Cuando
el Parlamento abrió la sesión nombrando a los miembros del Consejo Andaluz de
Asuntos Taurinos, baraja castiza muy necesaria para la autonomía, ya sabíamos
que luego vendría la capea con un Gobierno grogui. Ayer, más que nunca, Rajoy se
mereció estar allí como está en el Retiro el monumento al Ángel Caído. Con lo
de Bárcenas, algunos creen que se ha declarado la amnistía para la corrupción y
la ceguera para la política. Rajoy ya no puede tener más cara de recibir
tartazos y con eso les basta.
Un
Rajoy membranoso revoloteaba por el Hospital de las Cinco Llagas mientras Elena
Cortés le hacía exorcismos. Gobernar tiene otra hora, u otro sitio. En la tribuna
del Parlamento andaluz hay que hablar del
Maligno, sus obras y sus tretas. Como “el recurso de la vergüenza” del Gobierno
contra el decreto antidesahucios más o menos efectivo o insurrecto o cosmético.
Un recurso “obsceno y dañino” (palabras curiles, ciertamente) según Elena
Cortés. “Esta consejera es comunista”, quiso dejar claro. Quizá por eso no
entiende que hasta la política está limitada por la ley. Yo desearía que ese
decreto fuera constitucional, pero hay ciertas dudas sobre derechos fundamentales
que ni el comunismo ventoso, ni siquiera el orgullo autonómico, pueden obviar.
Rajoy con los bancos, la troika y el sheriff de Nottingham del capitalismo son
un clásico. Pero ahora, con Bárcenas, Inmaculada Nieto, de IU, vestida de
semáforo, puede insinuar que el recurso es fruto de un telefonazo de algún
“donante”: “¿Para eso os pago? -diría un pez gordo- ¿Para que los comunistas
pongan multas a los bancos?”. Sí, porque “el cliente siempre tiene la razón”.
Así lo decían y así lo escenificaban. Bárcenas consigue anular ya cualquier
cosa que haga o argumente el PP. Sólo por eso, el PP ya está destruido. Al
menos, si Rajoy sigue en su coma. Lo de dibujarle un pentáculo al Gobierno
antisocial, que come parados y viejitos, y eso a pesar de que la Junta no haga
nada más que citas en arboledas y planes que se acaban en una fotocopia, ya lo
conocíamos. Pero mencionar a Bárcenas y que funcione como la kriptonita, eso ha
sido pavoroso de ver.
Mal
día para traer una proposición para establecer responsabilidades políticas por
los ERE. Ni las verdades ni las vergüenzas de los ERE han cambiado, y así volvió
a explicarlo Carlos Rojas: los mecanismos tramposos, las manos largas, las
bocas calladas. Sí, ahora hay grandes imputados que la Junta quiere defender
con dinero de todos. Pero da igual. El PP parece ahora mismo expulsado de la
posibilidad de hacer política. Nadie oye lo que dice, sólo están Bárcenas y
Rajoy y una efervescencia de la mentira o la duda que ahoga sus palabras, sus
razones. Es trágico. Alba Doblas subió encendida a la tribuna a contestar a
Rojas por “traer hoy lo que no votaron en la comisión”. La comisión fue un
paripé, un engendro. Las conclusiones de IU fueron una media entre sus
intereses y su vergüenza, y el PP no quiso tragarse sapos aprobando cosas a
medias. El acuerdo era imposible sin quedar de una manera u otra como tontos.
Pero no fue inútil. Nos enteramos de cómo funcionaban las cosas y, luego, de cómo
se han ido domesticando algunos. Pero también Alba Doblas terminó tirando
puñados de arena a los ojos: “Dice que nosotros estamos aquí a cambio de
sillones, ustedes están ahí a cambio de sobres”. Jiménez Barrios, del PSOE, no
se molestó en sutilezas: sacó el libro de chistes de Bárcenas y, mientras a él
le recordaban sobres entregados en bares, desde su escaño hacía el gesto de
abrir cajas de puros. Diría que se sentía ganador por eso.
Sí, es una
tragedia cuando la verdad y la suciedad parecen empatar y eso hace sonreír a
los corruptos y a los esbirros. Pero recuerden que en realidad no empatan, que
los corruptos se pueden haber multiplicado, pero no anulado, y que los
responsables de tanta porquería siguen siendo responsables aunque tengan al del
otro lado igual de acosado, defenestrado o muerto.
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