Insolencia. Cámaras de cuentas, juntas electorales, graves señores con pelucón de los que los barandas de Canal Sur se ríen como se ríe María del Monte, sin contener ni disimular la grandiosa y placentera meada. Expedientes por manipulación, irregularidades en las contrataciones, nada, suave papel del váter para los que se han instalado en la insolencia, que es un grado más allá de la vileza. Que pida Javier Arenas la dimisión de Rafael Camacho, de la dirección entera de Canal Sur Televisión, que sonarán las carcajadas en los despachos del poder igual que suenan en sus platós las de los andaluces atinajados por la vulgaridad. La Cámara de Cuentas nos dice ahora lo que ya sabíamos, que Canal Sur hace ricos a los arrimados, amigotes y carguillos del PSOE, a sus productoras pata negra con pátina de pringue jamonera; que les cría la papada al estilo Joaquín Petit con dinero público y vuelve a tratar a la Autonomía como a su puta gratis. Cómo se reirán en Canal Sur... ¿La Cámara de Cuentas? ¿Acaso los ha elegido el pueblo? Canal Sur no es sólo la máquina perfecta de la propaganda y el atontamiento, sino la gran teta para toda esta caterva alobada de pajarracos o chanchos. ¿Alguien imagina que renuncien a todo eso? No, no se irá Rafael Camacho, uno de los personajes más nefastos y vergonzosos de nuestra vida pública. Se reirán mucho de la Cámara de Cuentas, como de la Junta Electoral, como de todos nosotros, y seguirán emputeciendo a Andalucía y chupando de ella, con insolencia y satisfacción.
Calidad de vida. La calidad de vida en Andalucía debe de ser algo así como nuestra estampa de mejicanos a la sombra. Otras comunidades son ricas o prósperas, pero nosotros tenemos, dicen, “calidad de vida”, un concepto superior e incluso un poco epicúreo. Dejemos para los necios el dinero, que la sabiduría y la felicidad están en otro sitio, con pajarillos y escudillas. Me fastidia mucho cuando dicen eso de la “calidad de vida” andaluza y me he dado cuenta de que donde no dejan de repetirlo es en Tecnópolis y en Salud al día, esos dos programas que hacen juego como una oferta de yogures de frutas. “Cita con la innovación y la calidad de vida en Andalucía”, insiste Roberto Sánchez Benítez como desde un patinete, para decirnos quizá que tenemos que contentarnos con sol y tomates (no es exageración: para Tecnópolis, también son innovación los tomates). La gracia vino a continuación, cuando el ejemplo de calidad de vida andaluza que nos ofrecía el programa era un reportaje enterito dedicado a la siesta. La siesta, nuestro vicio, nuestra metáfora, ese hondo dormir en la tibieza de nuestra desgana. Quizá el siguiente reportaje tratara de los bares de tapas. ¿Calidad de vida? No, quizá solamente hacer de la necesidad del pobre virtud y regocijo. ¿Es que los ricos no tienen calidad de vida?
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