
Y aquí, en Andalucía, ¿qué decir? Chaves llegó obligado y se fue abducido, otros fueron defenestrados como tras una pelea de saloon, Griñán nos fue enviado como el Hijo de Dios y puede que se marche también igual, crucificado por los votos o los escándalos o las dos cosas. Zapatero anuncia primarias como el mecanismo natural del PSOE, pero aquí nunca hemos tenido de eso: los jefes del socialismo andaluz salían como tras un parto muy privado, con la corona ya puesta y el sillón caliente. Aquí ellos vienen y van por puertas secretas, por conversaciones vaticanas, por oscuridades de prestidigitador, sin que el pueblo vea ni oiga ni diga nada. No sé qué viento traerá a Andalucía el adiós de Zapatero, aquí donde nunca entró el zapaterismo, donde ha sido una moda así como afrancesada que sólo provocaba recelo y extrañeza en esta casta vieja que entiende la política como su particular equilibrio de familias de poder, clanes de pueblo y ganancias a repartir. Ya ven ahora la dimisión de Pizarro, por peleas de provincia... Sí, me pregunto qué será del zapaterismo, si morirá con su poeta, o si sólo sobrevivirá en Chacón el tiempo justo para el sacrificio en sus primarias o en las generales, o si Rubalcaba lo convertirá en neofelipismo, o si al perder las elecciones surgirá otro PSOE que nada tenga que ver con el flautismo de estos últimos años ni con su pasado anterior de pana gruesa y corrupción. Zapatero dice adiós sin irse, y a mí me gustaría que fuera un adiós no a su persona ni a su ceja, sino a esa manera ñoña, torpe, fracasada, infantil y espiritista de gobernar. En Andalucía lo que ocurre es que estamos en otro mundo y tenemos otro partido socialista. El PSOE andaluz dirá adiós a su manera, y me da que será más como un cataclismo o un hundimiento, y no como este melancólico adiós de Zapatero, adiós de actriz o futbolista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario