
Programas muertos. Creí que Nacidas para cantar trataba de encontrar otra diva para llevar el clavel de Andalucía en la boca, con la figura de Rocío Jurado como mera inspiración. Pero se ha convertido en otro largo funeral de la chipionera. Imitadoras la lloran y cantan a dúo con su momia proyectada sus mismas canciones, pisando en el plató como una arena habitada por insectos y caracoles de cementerio. No sé cuantas veces seguidas se han escuchado ya Se nos rompió el amor, o Como una ola, en esa capilla oscura, tétrica y rendida a su fantasma que es el programa. Rociíto parece que está allí para recibir el pésame y se le nota mucho, cuando la enfoca la cámara de improviso, que quiere poner en ese momento cara de hija aún en el velatorio, pero sin conseguirlo convincentemente. Y sin embargo, aunque opten ya por el simple, continuo y morboso homenaje y desenterramiento de la Jurado, la audiencia cae. Otro programa de Canal Sur que fracasa, como está ocurriendo también con Saque bola, que no encuentra descerebrados suficientes que lo vean, o como La clase, que a pesar de sus tiernas estampas de profesores buenos con sus alumnos, aburre hasta a los empollones. Se están luciendo últimamente con las novedades Pablo Carrasco y Mario López, el Director de Antena. Sólo dan programas muertos, que a veces vienen hasta con el muerto puesto. Y que nos cuestan bastante más que un entierro.
Mozart con soniquete. No veía nada semejante desde que Luis Cobos le metió batería a los clásicos. En las madrugadas perdidas de Canal Sur 2, una chica, Miriam Méndez, se atrevía a añadir un palmero y un cajón a la Sonata para piano Nº 8 de Mozart, que ella creía que aflamencaba con ese singular acompañamiento, además de por tocar el piano a trompicones, con muchos parones y contratiempos forzados. “Mozart con soniquete”, se llamaba el ridículo engendro. Investigué por ahí y encontré que también ha destrozado a Bach y ha enfangado nada menos que la maravillosa Fantasía en re menor de Mozart, una pieza en la que el genio del salzburgués llega a rozar no ya a Beethoven, sino casi a Chopin. Es que para versionar o “fusionar” clásicos hace falta algo más que dar palmas mientras se arrima la banqueta. Hay que ser por lo menos Tete Montoliú, al que vi una vez jugar con Bach deliciosamente. Pero ella no es Tete Montoliú, ni siquiera Bobby McFerrin (aquello de swingin' Bach tenía su cosilla). Hasta a Lady Gaga la he visto encarar en sus conciertos la famosa Tocata y fuga en re menor con más pureza y originalidad, tocando con uñacas de bruja. Pues sí, Mozart con palmero y cajón. Quieren meter el flamenco en todas partes, pero sólo les salen blasfemias o chorradas arremangadas. Como a Mar Moreno.
1 comentario:
Luis Miguel, no sé lo que haría Miriam Méndez en ese programa porque no lo he visto, pero sí he escuchado sus discos y te aseguro que son auténticas joyas. Investiga de verdad, escucha sus discos, y luego di que lo que hace es poner compás detrás, a lo Luis Cobos, jajaja!.Es una pena que artistas de la talla de Miriam, que lleva años reconocida internacionalmente sean víctimas de la ignoracia más profunda por gente de su propia tierra, aunque ya lo dice el refrán.
Un saludo.
Carlos Fuentes.
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