Felipe
González, que de vez en cuando entra en la actualidad con sobresalto y repelús,
como un manguerazo o un entierro por la calle, ha dicho que “hay una crisis
institucional que galopa hacia la anarquía”. La anarquía en su sentido vulgar
de caos, supongo, no el anarquismo, que no tiene nada de caos, sino al
contrario. El anarquismo es como pensar que la naturaleza se organiza
espontáneamente en bellos jardines italianos, pero trasladado a lo humano. Yo
no sé si quedan anarquistas de verdad. Puede que, aunque ya no lean a Bakunin
ni lleven en el morral bombas de zapatero, algunos sigan creyendo en ese jardín
que crece solo y hermoso después de que todo sea arrasado. En realidad, todas
las ideologías tienen su jardín, unos de dinero sólido, otros de manos tiznadas,
otros de estatuas de puntillas… Yo no creo en esos jardines, que me parecen como
de testigo de Jehová. De la ambición, el egoísmo y la injusticia no se libra
ningún sistema económico ni político, de tan radicalmente humanos que son.
Quizá
no se trate de esa anarquía organizada en setos perfectos, pero ya ven este
barullo y este cabreo de bastante gente, con todas las cacerolas de la casa y
del país. No digo todos, ni muchos, ni que son “la ciudadanía” como hacen otros
metiendo en su mochila a todo el que sale a comprar el pan. Pero existen, hacen
ruido y tienen razones aunque no muchas soluciones. Eso sí, yo tengo simpatía
por los herejes hasta que pasan de huir de las hogueras a encenderlas para
otros. Pero la prueba de que ese cabreo y esas patadas a los cubos no son
anarquismo ni revolución es que hay una avispada parte del sistema, o sea el
PSOE, que se está arrimando al barullo, y el barullo se deja y les regala
grandes palabras como pueblo o justicia. Sí, a ellos, tan culpables como el PP
del problema (la crisis económica y la putrefacción de la partitocracia
diseñada en la Transición). Vean al PSOE andaluz, que ha seducido a IU con baratijas
para que le deje ir también de enemigo de los bancos y de los gordos con
dólares en los ojos, y así seguir quedando como defensor de los pobres que lleva
décadas creando.
Sí
que hay una crisis institucional. La política no puede ser ya la misma y la
gente se da cuenta. ¿Pero qué tenemos? IU se remite a sus barbudos muertos mil
veces. Al PSOE sólo le interesa hacer oposición al PP y usa su pana y su
menesterosidad históricas más las macetas que vuelan por las calles ahora. El
PP, por su parte, sigue encastillado al lado de un Rajoy torpe, cobarde, amarillo
como los papeles de Bárcenas, que parchea y dormita igual que Zapatero. De
momento, hay cabreo y pequeños grupos de pistoleros de la metáfora o del
empujón, pero no anarquía. Aunque puede que llegue si no se hace nada, si no se
reforma la estructura de los partidos y del Estado, si no se castiga a los
ladrones y se deja respirar a los débiles. Espero no verlo, porque en el caos
no crecen solos y bellos los jardines, sino que suele morir espinada la
libertad.
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