
Quizá
no se trate de esa anarquía organizada en setos perfectos, pero ya ven este
barullo y este cabreo de bastante gente, con todas las cacerolas de la casa y
del país. No digo todos, ni muchos, ni que son “la ciudadanía” como hacen otros
metiendo en su mochila a todo el que sale a comprar el pan. Pero existen, hacen
ruido y tienen razones aunque no muchas soluciones. Eso sí, yo tengo simpatía
por los herejes hasta que pasan de huir de las hogueras a encenderlas para
otros. Pero la prueba de que ese cabreo y esas patadas a los cubos no son
anarquismo ni revolución es que hay una avispada parte del sistema, o sea el
PSOE, que se está arrimando al barullo, y el barullo se deja y les regala
grandes palabras como pueblo o justicia. Sí, a ellos, tan culpables como el PP
del problema (la crisis económica y la putrefacción de la partitocracia
diseñada en la Transición). Vean al PSOE andaluz, que ha seducido a IU con baratijas
para que le deje ir también de enemigo de los bancos y de los gordos con
dólares en los ojos, y así seguir quedando como defensor de los pobres que lleva
décadas creando.
Sí
que hay una crisis institucional. La política no puede ser ya la misma y la
gente se da cuenta. ¿Pero qué tenemos? IU se remite a sus barbudos muertos mil
veces. Al PSOE sólo le interesa hacer oposición al PP y usa su pana y su
menesterosidad históricas más las macetas que vuelan por las calles ahora. El
PP, por su parte, sigue encastillado al lado de un Rajoy torpe, cobarde, amarillo
como los papeles de Bárcenas, que parchea y dormita igual que Zapatero. De
momento, hay cabreo y pequeños grupos de pistoleros de la metáfora o del
empujón, pero no anarquía. Aunque puede que llegue si no se hace nada, si no se
reforma la estructura de los partidos y del Estado, si no se castiga a los
ladrones y se deja respirar a los débiles. Espero no verlo, porque en el caos
no crecen solos y bellos los jardines, sino que suele morir espinada la
libertad.
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