26 de abril de 2013

Hoy viernes: La pachanga (19/04/2013)

¿Cuándo es bueno o malo un político? Me lo he preguntado tras una noche de dormir poco, y no porque las sábanas vayan formando pliegues de lava, ni siquiera porque lo merezcan la ruina del país y su estampado de cuervos. Todavía puede uno pasarse la noche en vela, por ejemplo, por ver una última lucha honrada del hombre, aunque lo llamen sólo deporte. Pero el deporte siempre ha sido más que diversión o ejercicio: guerra sublimada, sauna de los dioses, secta de camareros o escuela de uno mismo y de los otros. A veces, incluso parece un territorio en el que la mentira es imposible, cuando están delante el adversario o la dificultad, pupila contra pupila como dos escudos labrados; cuando están enfrentándose la voluntad y el talento igual que cuerdas muy tensas, sin más artefactos.

Viendo el final de la temporada regular de la NBA, pensé que en la cancha se anota, se falla, se ayuda o se estorba pero no se puede disimular lo que se es. Puedes ser un arquero babilonio, o un barrendero de la zona, o un arquitecto de 20 segundos, o un paquete. Pero lo que seas, se ve pronto. Recordé que Savater decía que la reflexión ética sería inmediata, apenas una consecuencia matemática, si supiéramos para qué sirve el hombre. Sabemos qué debe hacer un jugador de baloncesto, así que no es difícil distinguir los buenos de los malos. Pero el hombre y la sociedad, ¿para qué sirven? El otro día me fui a echar unas canastas con mi señora, con ese purismo de barrio que te da un balón Kipsta y el patetismo del cuarentón que todavía quiere hacer de Petrovic. Quizá sea difícil saber para qué sirven el hombre y la sociedad, y en consecuencia cómo deberían ser la ética y la política. Pero pensé que nuestra política parece un baloncesto de pachanga, aunque con mucho público que no se da cuenta de la estafa.

Ni tiradores con astrolabio, ni bases con gafas de relojero, ni alpinistas de gigantes… Nuestros políticos sólo son paquetes que tiran melonazos al aro y se comen el balón. Basta mirar los números que dejan partido tras partido y temporada tras temporada, sobre todo en esta Andalucía que es como una liga regional japonesa de basket. Eso sí, manejan dinero de grandes estrellas para ellos y sus séquitos. Es cierto que la política es una hinchada, pero en el deporte, al menos, los aficionados piden cabezas de entrenadores quemados y delanteros fondones. La política de los mejores, esa gran liga que sólo soñamos… Únicamente tenemos demagogos y chupones y pasotas y posturitas y puretas que han engordado de vanidad y chicharrones. Si estará lejos esa política de los mejores, ya ven, que hasta hay quien dice que el nuevo líder nacional del PSOE podría salir de Andalucía. Sería como ver surgir de aquí una figura del béisbol. Sí, es fácil saber cuándo es bueno o malo un político, sólo hay que ver lo que consigue de verdad en la cancha, pasando de sus chulerías de boquilla. Y aquí nos gobiernan paquetes. Pero seguimos asistiendo a sus pachangas.

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