Tachando lo feo. Lo normal en los premios literarios es que se trafique con
celulosa o con ese olor a colonia de muestra que tienen la novelita estándar y
su familla. Pero traficar con política, con ideología, eso tenía que ocurrir
aquí, donde todo tiene un encargado del Partido husmeando, vigilando, midiendo
las mentes como una falda, igual que aquellas puritanas de Historias de la frivolidad. La Diputación de Jaén, con la venia del
Instituto Andaluz de la Mujer, le ha quitado el premio a una novela porque
“atenta contra la igualdad y tiene contenidos sexistas”. A @perezreverte, que
no tuitea, sino que ametralla cuando lo alumbra cierta luna llena de domingo,
le dio para una de sus columnas en directo. “El jurado, que es andaluz y sabe
con quién se las gasta, sometió su fallo al Área de Igualdad, por si las
moscas. No le cayera una bronca”. “Nihil obstat et imprimatur, como los obispos
de antes”. “Con lo necesaria q es la Igualdad seria, y la de tontas q hay
gestionándola. Y tontos”. “¿A qué esperamos para acosar a los libreros que
venden Lolita de Nabokov en sus librerías?”. “La Diputación de Jaén acaba de
cambiar la perspectiva universal del cine y la literatura. Con dos ovarios”. @librodenotas
añadía a la noticia simplemente esto: “BUM”. “Es estúpido –decía @clalexl-.
Cuando pasan estas cosas la lucha por la igualdad parece burla”. “Qué ridiculez. Qué burramia”, sentenciaba la escritora @MartaRiveraCruz. “Parece que la censura sobre los libros vuelve a
implantarse en España gracias a la Junta de Andalucía...”, advertía @EnriquePadillaM. Y @gctaap recalcaba el más
luminoso detalle del asunto: “La coord en Jaén del Instituto Andaluz de la
Mujer está de acuerdo. No ha leído la novela pero el título tiene ‘claros
tintes machistas’”. Suficiente. Al menos aquí en Andalucía, “el sancta
sanctorum asambleario” según @verdadesofenden.
“Quitamos lo malo, tachamos lo feo”, cantaban aquellas puritanas gallináceas de
Narciso Ibáñez Serrador y Mingote. Ahora, esas señoras harían escraches
abanicándose.
Dimitir es de derechas. No hay escraches por el mangazo de los ERE, pero seguro que es
porque la “ciudadanía” ya ve el caso zanjado. Martínez Aguayo, Salomé sequerona,
ha ofrecido en sacrificio a Viera y Fernández (aunque a @FAlvarezOssorio le parece que “se tapan con la tierra de la misma fosa”), e IU, que besó los pies de
Griñán en el Parlamento, anda presumiendo de acierto y de fin de la historia, a
lo Fukuyama: “Las conclusiones d la Comisión
Eres defendidas sólo por @iuandalucia
van ganando adeptos. Hubo maximalismo vano del PP y miopía en el PSOE”,
proclamaba @InmaNietoC. Falta que se
adhiera la jueza Alaya, a ver. La cosa dependía más de no perder sus sillones
con rodapié, pero es difícil ser coherente con el izquierdismo de saquillo y a
la vez mantenerle el té caliente a Griñán. Bien lo sabe Elena Cortés, a quien
el pudor institucional le impide participar en los escraches que le pide el
cuerpo. “¡Pues dimite, rica! Qué desfachatez”, le espetaba
@erlik. Vaya tontería. Si dimitir es de
derechas…
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