
Cuando vemos que en el Estrecho los buques chocan sus esqueletos y el dinero mundial defeca en el agua la basura que come, Juan Carlos Juárez, alcalde de La Línea, echa de menos los autobuses y los bocadillos, o sea aquel jaleo subvencionado políticamente contra el Tireless, contra la simbología de sus cañones o de sus átomos dibujados según Rutherford, contra la derechona o contra los gobiernos con la religión de lo militar, que hacían entre todos un confuso enemigo, que es lo que más aprecia el gentío. Juárez, fichaje gilista convertido al PP, nunca me dio buena impresión, y menos desde que me amenazó severamente con hablar con mi director por haber escrito yo que parecía un médico que juega al tenis o alguna cosa así. Pero tiene razón en parte, aunque al tenerla se equivoca en lo mismo que los otros. Contra Aznar, que acabó en monja sargento, se movilizaron por el Tireless o por el Prestige afilando todas las hogueras y bieldos. Ahora, las catástrofes siguen ocurriendo y la incompetencia ha cambiado de bando. Tiene razón porque el mar continúa mal fregado y el Estrecho está peligroso y lleno de ratoneras, con Gibraltar como un mal farero. Pero se equivoca porque en conducir a la gente contra obeliscos del miedo siempre hay mucho de maniobra interesada y de demagogia de domingo. Los océanos están llenos de bombas como de zapatos, los submarinos nucleares y otras ojivas de la muerte se cruzan todos los días con los trasatlánticos y nuestra comida cruda, pero sólo cuando les vemos el morro y las portezuelas parece que nos dan miedo, un miedo que yo también sentí, es cierto, aquella vez en ese barullo, llamado por sus negras chimeneas. Pero en realidad todo el suelo y todo el cielo son explosivos, porque la civilización ha hecho que funcionemos pedaleando en un misil, como ya retrató Kubrick. Por eso pienso que la gente y los políticos eligiendo un bicho adversario entre la abundante fauna del mar buscan otra cosa, la pedrada a un partido o una camiseta estampada. El Tireless daba miedo desde su nombre de tridente. Los barcos chatarreros parecen amenazar con el tétanos. Pero los políticos montando películas de terror para el personal nunca me gustan. No sé si saben que todo el planeta es radiactivo. La culpa será del Gobierno, que para eso está.
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