22 de marzo de 2013

Hoy viernes: La manzana de Eva (15/03/2013)



Yo suelo decir que el catolicismo es una superposición de padres hasta el Cielo, y el otro día anunciaron el que corresponde a la altura de las cúpulas, al helipuerto que lleva ya directamente a Dios. Tenga quien quiera esos padres sucesivos, jerarquizados y amonestadores, que yo prefiero ser libre y adulto. Los papas parecen cocineros de Dios con la misión de macerar nuestras almas y guisarlas como pichones, pero que se meta en ese perol quien lo desee. Yo tengo suficiente ciencia, filosofía y sentido común para conducirme por la vida sin sus mitos solares ni sus tutelas condescendientes. Eso sí, la religión ya no me hace jugar más a las pruebas ni las refutaciones, cosa en la que yo antes me empeñaba mucho.

Hay quien quiere creer y hay quien no es capaz de hacerlo. Y ya está. Claro que yo al menos entiendo las dos posturas. Algunos piadosos se imaginan al ateo perdido en el vértigo de la Nada, paralizado ante el sinsentido de la orfandad del universo y el alma, e incapaz de un juicio moral que no le lleve al egoísmo caníbal. Así que el piadoso decide que en esa posición intelectual sólo pueden estar el enfermo, el malvado o el mentiroso, el que cree en Dios vergonzantemente en el fondo de su esperanza o su miedo (esta opción es la que más suele gustarle al creyente, pues lo enciende con fantasías de total e inevitable supremacía). La verdad es que no hay temblor ante la Nada, sino la gaya ciencia del entendimiento liberado de mentiras; ni orfandad de sentido, puesto que es el hombre el que otorga sentido a las cosas y a sí mismo; ni vacío moral, porque hasta las morales que se dicen divinas son humanas y la reflexión ética no requiere de tutores fantasmales, sino de una visión global del hombre. No hacen falta teologías o teogonías para la ética, pues su punto de partida y su objetivo son puramente humanos. Decía Bertrand Russell, que no era el Mesías ni nada: “La buena vida es una vida inspirada por el amor y guiada por el conocimiento”. Lo que sí es cierto es que, ni en sus épocas de mayor dominio cultural, la religión pudo evitar la maldad y la crueldad. A menudo, más bien las ha patrocinado.

Mi razón no puede aceptar las fábulas que cuenta la religión y me parece ridículo ese concepto de Dios creador y providente que hace de casero. Así que me quedo con el mundo y el ser humano reales, e intento convivir con ellos. Tras esta postura sólo hay sinceridad. ¿Por qué, salvo por honradez intelectual, iba a yo a renunciar a algo tan apetecible como la vida y la dicha eternas, y exponerme, si acaso me equivoco, al igualmente eterno castigo? El otro día había un oficio de balcones, chóferes, lavanderas y mayordomos de Dios, que es un viejo lord que nunca está. La religión tiene padres en escalinatas hasta el Cielo, igual que la política (aquí lo sabemos bien). La gran rebeldía, desde la manzana de Eva, siempre ha sido reclamar ante ellos, orgullosamente, nuestra condición adulta.

No hay comentarios: