Fiestecillas
del ego. El Día de Andalucía, Canal Sur parecía
la televisión de Corea del Norte. Los murales de la propaganda, los coros
gallardos de la sincronía, ese desfile con paso de la oca de la historia, la
esencia, la gloria, los héroes, el destino… La unanimidad es una emoción muy poderosa.
Lo saben los políticos cuando montan estas verbenas y lo sabe Canal Sur cuando
programa una gran cantata soviética del autonomismo que duró todo el día. Lo
dijo Martínez en una viñeta: “La patria andaluza ya sólo es una coartada”. El
objetivo es convencernos de que conseguimos ganar la salvación, de que terminó
la historia (como aseguran todas las revoluciones), de que sólo queda que nos
felicitemos por lo hecho, y sobre todo, de que nuestros gobernantes han
heredado como el Anillo del Pescador la dignidad y la razón de aquellas
primeras movilizaciones que empujaban el hambre y las patadas. Por eso se hincha
y se sentimentaliza ese día, para dar legitimidad emotiva y redentora a los
dueños de Andalucía, que así pueden tapar con banderas terrizas su
incompetencia o sus abusos. A los niños se les da navidades y a la ciudadanía
inmadura, fiestecillas del ego. Pero aún tenía otro sentido el 28-F este año.
Lo explicó con toda naturalidad Juan Carlos Roldán en las noticias de la
mañana: “Pero este 28-F, a diferencia de otros años, se presenta más
reivindicativo: una vez más, los andaluces están llamados a salir a la calle en
contra de los recortes y en defensa de sus derechos”. No era Susana Díaz, ni
Valderas, sino el presentador de los informativos de Canal Sur. Al día
norcoreano, claro, sólo le faltaba su USA, que estaba en Madrid. Los coros
cantaban firmes y marciales, y los héroes del pasado, los líderes con cabeza de
cartelón y el pueblo vestido todo del mismo color llenaban avenidas imperiales.
Así ocurre siempre cuando la gloria es atrezo.
Pregón.
La autonomía, su desarrollo, sus fallos,
distracciones, traiciones y mentiras… Tonterías, porque de lo que hay que
opinar es del discurso de Antonio Banderas. Pues opinemos. Banderas, que
parecía la abuelita de Caperucita o de Antonio Gala, lo que hizo fue un pregón
sobre el anuncio de Campofrío. Hasta tuvo hipos y crescendo final. Como yo no soy de pregones, no me gustó la forma,
pero tampoco el fondo. En forma, fue un gran epíteto sentimental, poco
talentoso. En fondo, esa contumaz ontología supersticiosa del “ser” andaluz. En
resumen: completa y encantadoramente infantil. Parece que los andaluces no
podemos tratarnos a nosotros mismos como adultos. Cuando dijo que Andalucía es
“una necesidad”, recordé aquello de José Luis Cuerda y pensé, jocoso: “Todos
somos contingentes, pero Andalucía es necesaria”. Sin embargo, la necesidad de
Andalucía es otra.
Inconformistas. A Mabel Mata le ondulaban el pelo pantallas con banderas
verdiblancas y manifestaciones agigantadas por el zoom. Era la tertulia
especial para el día más grande de Andalucía y el personal encendía muy bien
los farolillos que le tocaban, conversando en un fluido y engolado coreano mientras
las manifestaciones del pueblo (o más bien de sindicalistas y otros
“funcionarios de la protesta”, que diría Raúl del Pozo) parecían entrar por la
ventana del plató todo el tiempo. De lo que se dijo, me quedo con esta frase de
Javier Aroca, que estaba eufórico, como los Cantores de Híspalis en sábado de
feria: “Han pasado cosas, y cosas muy importantes, entre ellas que tenemos un
Parlamento y un Presidente”. Sí señor. Y a ver para qué queremos más. Nuestras
aspiraciones están colmadas. Ay, estos inconformistas…
Manifa
institucional. Si se preguntan si las
manifestaciones (bastantes escasas y calvas, aunque, según UGT, por la nieve)
eran también actos institucionales, la respuesta es: sí. Ignacio García, de IU,
lo dijo tras el acto en el Parlamento: “[Este 28-F es] una manifestación del
intento de conectar las instituciones con la sociedad a través de la calle, que
es la continuación de este acto, al que vamos a asistir”. Lo que no sé es si
fueron en coche oficial o alguien llevó su 4-L.
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