Pescar
en la nostalgia. Aznar tiene ese mismo misterio
del desaparecido / aparecido en política y en bigote que Zarrías. Claro que Zarrías,
reducido ya a leyenda de pastores, ni sale en Canal Sur. Pero Aznar todavía
puede abrir el informativo de La Nuestra, que suele empezar por las estampas,
ya sean andaluzas o neoyorquinas, más convenientes: el primer piso embargado a
un banco, leyes del aborto cuando el PSOE firma un pacto por la igualdad, o los
del PP tirándose a la cabeza gaviotas como bumeranes. Los ex presidentes, en
fin, se van a pescar en la nostalgia pero vuelven para contarnos cómo se hacían
las cosas en los viejos tiempos. Aznar designó a Rajoy a dedo para lo que creía
una victoria segura, pero Rajoy ha acabado como un bombín atropellado por
sucesivos tranvías. Ahora, comanda un palomar de pobreza desde una cobardía
apachorrada. Normal que cabree a Aznar o a otros muchos (y eso que no creo que
el estilo ni el equipo de Aznar arreglara algo ahora). El caso es que Aznar
apareció en Canal Sur de repente, como Narciso Ibáñez Menta haciendo un Hamlet
pepero, pero lo mejor es que luego ese preludio predisponía el ánimo para enlazar
con la boda churrigueresca de su hija, la grasilla de Gürtel y Bárcenas. Mucho
más importante, por supuesto, que lo que está ocurriendo aquí, que les parece
como volver a hablar del bigote de Zarrías, escaldado o arrancado como la
pajarita que le dibujaban Idígoras y Pachi.
Aviesa
lentitud. Lo comenté la semana pasada y tengo que
repetirme. La jueza Alaya ya se merece su rinconcito propio en los informativos
igual que Valderas. El vicepresidente sale cada día con un embajador andino o así,
y la jueza sale rodando su maletita mientras Canal Sur insiste una y otra vez en
contarnos lo que tarda en todo, esa lentitud suya aviesa e innecesaria, como la
de los malos de James Bond. Cómo no, lo mismo que están diciendo la Junta y el
PSOE (el propio portavoz Álvarez de la Chica en la entrevista de la mañana). El
TSJA, con el presidente que más sale, habla y posturea de todos los altos
tribunales, Lorenzo del Río, o el CGPJ, apremian a Alaya y la noticia es esta tardanza
y cómo nos altera los biorritmos. El PSOE quiere pronto un imputado aforado
para que se desfonde esa famosa maletita, Alaya supongo que no quiere que se le
escape nadie por gateras políticas en casos con tan enormes consecuencias y, por
su parte, Canal Sur ya no sabe cuántas veces poner las imágenes de la jueza
entrando y saliendo, que ya son como anuncios de temporada de El Corte Inglés. Eso
sí, luego apenas le dedica un minutito a Invercaria, que el otro día
describieron como una especie de discrepancia con un amigo informático. Las
prioridades.
Irregularidades
selectivas. Hablando de tribunales, las noticias
de Canal Sur no dijeron por una vez eso de “supuestas irregularidades”. Bueno,
quizá fue porque se trataba del caso de la Zona Franca de Cádiz, con imputados
nombrados por Aznar (esa invocación). Se limitaron a decir que “entre otros
delitos se les acusa de fraude y malversación”. Mucho más claro así, que si no
parece que sólo se ha perdido una fotocopia. Que lo recuerden para los ERE y
demás.
Valderas
es Selina. Hay tres series de televisión que me
han impactado por la manera que tienen de tratar el mundo de la política,
aunque sea la estadounidense. Boss,
con un inconmensurable Kelsey Grammer (Frasier)
haciendo de despiadado y corrupto alcalde de San Francisco; House of cards, que coloca a Kevin
Spacey en las sucias telarañas de poder alrededor de la Casa Blanca; y Veep,
una comedia sobre una especie de vicepresidenta florero (Julia Louis-Dreyfus, Seinfeld), totalmente superada por el
cargo, tan inútil y torpe como su equipo, y a la que el presidente encarga
asuntos inocuos o ridículos como “filibusterismo”, “empleo limpio” u
“obesidad”. Me pregunto qué serie reflejaría mejor la política andaluza y no me
decido. Ahora, eso sí, cuando veo la Selina Meyer de Veep, su equipo y las grotescas situaciones en las que se meten, no
puedo dejar de pensar en Valderas. Valderas es Selina. Vean la serie y díganme
que no.
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