9 de mayo de 2013

Somos Zapping: Estructura de ONU y de bautizo (06/05/2013)



Enchufes. Por los ayuntamientos, donde se contratan a dedo hasta los ficus; por la Administración con un supervisor, un perito y un bedel por cada bombilla; por la España de lo público como un bufé de los pordioseros. Por ahí nos paseó La Sexta, el programa Equipo de investigación, esta vez centrados en el enchufe municipal, los cuñados fontaneros de taburetes, los amigos oteadores de paseo marítimo, las hermanas coordinadoras internacionales del barrio, los pueblecillos con estructura a la vez de ONU y de bautizo. Dan ganas de coger el programa, o toda la serie, o la colección de Salvados, y enviárselos a Merkel, a ésos de la UE que miran al dinero como en sus queseras transparentes, y pedirles no que nos intervengan, sino que directamente nos invadan. Pero no me tengan en cuenta esta boutade. Fallaron los partidos y los poderes del Estado, la corrupción no sólo es rentable sino un chollo, el dinero público es considerado botín, hay un Gobierno que desconcha hospitales o escuelas antes que meterle mano a todo este gran convite, y por eso uno a veces se mosquea y pide, aunque sea metafóricamente, que nos arranquen de aquí y nos instalen en Escandinavia.
Pero a lo que íbamos. Ni los enchufes de barrenderos, ni las orondas agencias municipales para las macetas, ni la empresita propia o de la hija con la que contrata el ayuntamiento, son cosa exclusiva de Andalucía, aunque el programa de La Sexta nos puso la cara bien colorada con los casos de Manilva y Chipiona. Antonia Muñoz, de la inmaculada IU, con una causa abierta por 200 enchufados y su empresa facturando al ayuntamiento (ah, no, dice que es de su marido); Dolores Reyes, socialista, ya condenada por otorgar por su divina gracia 345 empleos a dedo. Y no pasa nada. Si acaso esas inhabilitacioncillas de algunos añitos, y a seguir la fiesta. Pero lo más sangrante es la naturalidad con la que se acepta el sistema. A un chipionero le preguntaron cómo consiguió trabajo en el ayuntamiento y el hombre respondió con toda su pachorra: “Pues hija, yendo detrás de los concejales, porque dicen que el que no llora no mama”. Empleados a dedo que “se iban al paseo marítimo, se sentaban, y al mes cobraban”, relataba el mismo señor como caso habitual. “¿Para qué queremos trabajadores de playa que prestan un trabajo de tres meses de verano nueve meses [contratados]”, se preguntaba otro paisano. “Quiero que se sienta cómodo el pueblo con esta alcaldesa”, discurseaba ella, siempre muy folclórica. Como para no estar cómodos: con “la Lola”, que así la llamaban, “uno de cada 50 vecinos era un enchufado”, aseguraba el programa citando la investigación. Pero ni cárcel ni sanción económica, sólo siete años de inhabilitación merece esto. Así nos retrataban, hablando del “imperio de la ineficacia”, de lo que se malgasta de lo público para “mantener las redes clientelares”. Y esto sólo alrededor de fuentes, parterres y verbenas. Imaginen las administraciones autonómicas. Imaginen todo el país. Pero no, ni ejércitos de funcionarios hiperbóreos ni demagogos boticarios del alma del pueblo nos van a salvar de esto. Sólo nosotros, los ciudadanos, si alguna vez despertamos.


Paseo por Chernóbil. Tras los ecos de El gran debate de Telecinco, especie de barbería de barrio de las ideas, donde Sánchez Gordillo y Cañamero han vuelto a hacer de Epi y Blas del sudor y los jaramagos, me he encontrado al alcalde de Marinaleda perdido por mis grabaciones, en un programa del canal Viajar. Sí, una guiri nos llevaba por ese pueblo de murales y acequias sentimentales como por un parque temático del comunismo ya muerto, como si fuera Chernóbil. Y yo volví a pensar que aquello no es comunismo, sino un campamento de scouts subvencionado por la Junta; que sus conceptos económicos equivalen a la idea del Koala de hacerse su corral, que su ideología no pasa del sombrajo y que sus soluciones no llenarían ni un serón. “Si la finca es pública, es nuestra”, decía Cañamero en Telecinco. Allí ya los tienen de clowns o poetas locos, apretando una bocina como discurso o hablándole al oído al borriquillo con sombrero del pueblo.

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