El
alma en vilo. Sí que da miedo Rajoy, que suena a
látigo y hierro como un carcelero que se acerca, que se aparece escociendo como
un enfermero con su carrito de jeringas, tenacillas y frío. Otra cosa es que en
los informativos de una televisión pública anuncien la presencia del presidente
del Gobierno como arañando una pizarra con las uñas, o que casi se oiga el
relinchar de los caballos ante el mal como en El jovencito Frankenstein. Pero Canal Sur es lo que es, no vamos a
descubrir ahora las ruedecillas que lo mueven. De todas formas, hasta en La
Nuestra resulta chocante que una pieza informativa arranque de esta manera:
“Con el alma en vilo estamos ante las medidas que pueda aprobar el Gobierno el
viernes”. Tal cual. Sólo faltó que, en vez de sacar a Rajoy o a Soraya Sáenz de
Santamaría, hubieran puesto unas imágenes de película con Darth Vader o el
cardenal Richelieu rozando con sus capas el vacío o el mármol de la muerte. Al
día siguiente conjeturaban: “No está claro que las medidas no recaigan de nuevo
sobre empleados públicos, pensionistas e incluso los parados”. Cuando llegó el
viernes, claro, tampoco pudieron evitar llamarlo “Viernes de Dolores”. Como
oportuno contrapunto, y con eficaz inciso valorativo o justificativo, nos decían
cosas como: “Dada la situación, la oposición pide medidas (…) como las de
Andalucía”. O nos presentaban el amago de estriptis de Joan Baldoví así: “Tal
es la situación de desesperación para muchos que algunos parlamentarios no han
dudado en desnudarse por ellos (sic)”. Y el remate, Susana Díaz volviendo a
decir que el Gobierno “insulta a Andalucía”. Es una táctica transversal, que
dirían los logsianos, en toda la programación de Canal Sur: las conocidas miserias
e injusticias en bucle con claros malvados y buenos de película. Y la Junta siempre
es el mushasho, claro. Sí que da
miedo Rajoy con capa. Aunque menos que los que aprovechan las cacerolas del
hambre y la rabia para promocionar su antigua máquina salchichera de hacer y
vender pobres.
Ciencia-ficción. A Tiene arreglo le han
concedido no hace mucho el premio al “mejor programa de entretenimiento
autonómico” (sí, “entretenimiento”, como si el premio se lo hubiese dado Nerón).
Aunque me lo había impedido la actualidad llena de emergencias nacionales y
folclóricas, no quería que se me pasara comentarlo. No tanto el premio ni el
programa, en realidad, porque ya he criticado otras veces ese placer confitero
de las lágrimas y ese hacer caniches de circo con los pobres. No, fue más por algo
que dijo Modesto Barragán en la glosa que le dedicó en Andalucía directo a Toñi Moreno, que ya parece la Virgen del Rocío:
pidió un programa de televisión que “nos solucione el paro”. No desentona esto con
nuestra realidad ni con nuestra época, la verdad. No sólo porque la Junta parece
que únicamente sirve para aplaudirnos y pintarle tijeras a Rajoy, sino por esa advertencia
premonitoria, orwelliana de algún modo, de una televisión tomando el control
absoluto, satisfaciendo en todas sus necesidades a una ciudadanía que no pide
nada más. Pensé en Black mirror, esa serie
que explora de manera magistral y angustiosa los inquietantes abismos que se
vislumbran en esta sociedad tecnológica, morbosa, voyeur, pasiva y adocenada. Recordé
la segunda temporada (advierto que vienen espoilers), donde un dibujito animado
de la tele se presenta a las elecciones o la justicia termina convirtiéndose en
un despiadado parque de atracciones. Canal Sur da demasiadas veces el mismo
escalofrío que esta serie. Me imagino un reality de pobres compitiendo por un
trabajo o una nevera. Y lo peor es que no parece ciencia-ficción.
Malaje. Que Canal Sur se equivoque en un rótulo y convierta al crítico de
flamenco de EL MUNDO Manuel Martín Martín en alcalde de Mairena del Alcor,
puede pasar. Que se vuelva a equivocar y ponga de alférez de la Guardia Civil a
otro señor que no lo es, bueno. Que todo esto ocurra en la noticia de un
entierro, y que el entierro sea el del cantaor Manuel Mairena, ya es mucha torpeza,
guasa o malaje, ¿no? Lagarto, lagarto…
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