30 de agosto de 2013

Ouroboros: El cansancio (27/08/2013)


Cansado, siempre cansado, de las miradas o la infamia, de la verdad o el pasado, de los enemigos o los errores, de la pereza o la putrefacción. Griñán se va con su hatillo de sombras y sus ojeras de bolsillo, presidente que pudo cambiar las cosas y no hizo nada salvo entumecernos a nosotros y seguir acunando al PSOE andaluz en su palacio canoa. Griñán traía el cansancio como nudos en los ojos y sogas en las manos, el sueño como un gondolero, el tiempo como una pata de palo, las palabras péndulo moviendo la nada como una cucharilla. Griñán ha sido apenas una cabezada en la historia política de Andalucía. Parece que vino sólo a correr las cortinas para que durmieran la tarde los espíritus encadenados y las esperanzas aplazadas. Cansado para levantarse, cansado para parar aquello, todo: la corrupción, la rapiña, la avilantez de un partido dueño de Andalucía, la justificación del fracaso como única estrategia de gobierno… Cansado para encender la luz, para tirar de la cadena, para ser valiente, para responder a un pueblo. Cansado de la política, dicen. Tan cansado que se va al Senado, admitiendo que es un balneario; al Senado, que parece un cabecero de cama. Pero ya estaba cansado, llegó cansado, sin ganas como un mal verdugo. Apagó las velas, dio besos a los muertos emparedados, rezó a las estampitas heredadas, se echó entre la paja de nuestra miseria y las plumas de su serrallo, y nos puso el despertador en un futuro sin hora. Así, tan cansado que le cansó hasta la política que nunca hizo.

Hoy Griñán se va sin irse. Un dimitido que sigue en funciones es una clase de fantasma que yo no conocía. Está cansado hasta para dar el portazo y se marcha arrastrándose, apagándose, afilando su translucidez, confundiéndose con los cuadros y los aldabones. Ahora me pregunto si su cansancio era nuestra molicie, si Andalucía y Griñán no se han mecido mutuamente. Los brazos caídos llaman a más brazos caídos. Pero Griñán es un personaje episódico. Sólo tenía más cara de sueño, como otros tienen más cara de hambre. La voluntad destensada, el bostezo orondo, la duermevela con canciones, no vinieron con él, breve viajero que no llegó ni a calentar la casa. Estaban aquí como el clima de la política y la marea en nuestros pies. Susana Díaz cambia la mecedora por el abanico, pero es el mismo cansancio de eternidad o de abandono, como el de estas tardes de agosto en las que sólo se oyen de lejos, como violas, perrillos y pasos. Demasiado cansancio para hacer, para pensar, para mover Andalucía como un gran molino. Ese cansancio suyo o nuestro que sólo deja rodar las cosas. Por eso, para formar gobierno, Díaz se limitará a repartir sillas por las provincias del PSOE. Así es como nos mantenemos, asfixiados, a ras de suelo. Griñán estaba cansado como lo está de su blues un viejo banjista. Susana Díaz está ya cansada como lo está de sus piscinas una joven heredera. Sin ojeras ni reló de abuelo como Griñán, Susana demostrará pronto lo cansada que está para intentar nada. Ni levantarse a ver qué hay fuera.

1 comentario:

Er Tato dijo...

¿Quién ha dicho que no se pueden dar dos buenas guantás con la elegante melancolía con la que se unta de tristeza un buen poema de amor?

Una crítica política distinta.

Enhorabuena.

Saludos