Coros
y danzas. Gibraltar es una muela de juicio contra
el cielo, “una espina clavada en el corazón de los españoles” que decía la
retórica franquista, o quizá sólo un casino flotante con cañones. El caso es
que de vez en cuando se descuaja del mapa y de la niebla y se mete en los ojos
de la política, el sentimentalismo o la teatrería. El Peñón alimenta una especie
de patriotismo de gol de Zarra o de revancha de Francis Drake y la gente se
pone muy cervantina con estas cosas, a lo Federico Trillo. Aunque los llanitos
parezcan ingleses caleteros o españoles que se hacen los zurdos, ellos se
sienten sobre todo gibraltareños. Seguramente porque el Peñón no es una patria
ni un caballo de Troya, sino un negocio; un negocio con velador y ruleta, y eso
sí que produce devoción. Pero aquí siempre parecerá que nos han robado un
Cristo los del pueblo de al lado. Y a lo mejor lo robaron, porque el Tratado de
Utrecht decía sobre el castillo y la ciudad que “dicha propiedad se cede a la
Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial, y sin comunicación abierta
con la región circunvecina de tierra”. Pero bueno. Ni vamos a declararle la
guerra a Gran Bretaña ni Gibraltar nos va a atacar con monos, así que lo que
queda es este juego entre la diplomacia y Gila que hemos visto en todas las
televisiones. De Gila parece lo que dijo Rajoy, que van a tomar “medidas
aleatorias”. ¿Tirando dados? ¿Lanzando una moneda? A veces uno desearía que nos
invadiera Gran Bretaña. Me imagino a los británicos tomando posesión de la
Junta como de Borneo… El caso es que las televisiones han sacado muchos barcos
de guerra y lanceros de embajada, pero lo fundamental es que los desplantes de
unos y las ganas de borrar titulares de otros están perjudicando a trabajadores
y negocios de la zona, que pasan de jugar al Risk. Pero aún veremos a Margallo
haciendo que espía vestido de lagarterana. Coros y danzas del patriotismo y el
disimulo.
El
pin de Blas Infante. Blas Infante se muere cada
año con menos viudas. Están ya peleadas o aburridas de ese difunto simbólico en
el que se han posado todas las palomas ideológicas también por una lealtad
simbólica o sólo repetitiva, como con una vieja tía que se visita. Personalmente,
creo que Infante dijo más tontadas que otra cosa, aunque quizá sea más
importante pensar en sus objetivos: dignidad, libertad y justicia para un
pueblo castigado. Objetivos que no sé si les importan a todos los que lo han
usado de pin. Veo en las noticias de Canal Sur que Valderas y Maíllo se van a
la carretera de Carmona a zurear a la patria y a su pastor y a defender el
“poder andaluz” atacado por Rajoy y la Troika, que así dicho parecen robots del
Doctor Infierno. Siempre recuerdo que el primer Estatuto establecía como uno de
sus objetivos principales el pleno empleo en Andalucía, ya ven el sarcasmo. Pero
todo es culpa de Rajoy y la Troika, sin duda, no de los que llevan aquí más de
30 años en el poder, los socios actuales
de IU. Esta IU que ahora levanta el puño ante la estatua de Blas Infante, más
atropellado que fusilado, mientras quiere enterrar los ERE rapidito y gobernar con
los administradores históricos de nuestra miseria aunque signifique comer en el
estercolero. Y comerán, porque Maíllo tiene cara de hambre como los poetas en
los cócteles.
Con
la cultura. Lo de Barenboim en verano es un arabesco
de música, dinero y mestizaje y por eso le pega tocar en la Alhambra, que
parece acompañarlo con su propio laúd mojado. Nos lo mostraban para rematar las
noticias, con el preludio del primer acto de Los maestros cantores de Núremberg. Pero lo gracioso fue el rótulo:
“Canal Sur con la Cultura”, con la ce mayúscula inscrita en un círculo, que así
debe de ser más cultura. Todo el tiempo coplas de planchadora y sevillanistas
acecinados; flamenquito de botellón, melenitas llorones y rumbita harta de
rebujito (con toda una cadena, Canal Fiesta Radio, consagrada a ello), y dicen
ahora que están con la cultura. Ya sé que la Junta se gasta mucho dinero en él,
pero Barenboim no da para tapar a María del Monte ni de perfil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario