IU, ya gobernando en Andalucía, ha mantenido la retórica paria-revolucionaria para su feligresía y para captar votos en la abandonada miseria de nuestra tierra, muy propicia para ello, mientras se pegaba al calorcillo del régimen. En el franquismo se hablaba del posibilismo, ese permanecer dentro del sistema por subsistencia, sin señalarse mucho pero combatiéndolo al menos con parábolas o pequeños gestos. IU no ha hecho ni eso. A pesar de los bocados de Alba Doblas en la comisión ERE, IU también se quedó en los cuatro golfos. Sus argumentos para defender el indefendible fondo de reptiles (¡dinero público dado arbitrariamente sin más requisitos ni controles que el capricho de las camarillas del PSOE!) y para atacar a la jueza Alaya han terminado siendo exactamente los mismos que los del PSOE. El “pasar página” de Valderas, páginas en llamas o ensangrentadas, ha sido la ceremonia definitiva del arrastramiento de IU.
Llegará septiembre y un Gobierno andaluz encabezado por Susana Díaz y Diego Valderas parecerá una nueva temporada de Gandía Shore o Gran Hermano. El nivelito intelectual y el abandono moral de la manita en su encantador carrusel. Da igual si el pacto se rompe o no, porque barajar las cartas en otras elecciones nos dejaría el cortijo igual: el bipartito en simbiosis, lealtad por baratijas, sillones por hacer la vista gorda y una acción de gobierno reducida a la cartelería y el milenarismo. Anguita, con corazón hendido machadianamente, se equivocaría pero no se vendía. Me acuerdo mucho de él cuando los de IU-CA levantan orgullosos el puño en la ciénaga.
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