Actuar
mucho. Por fin apareció, con fondo de visillos y
sofás, con blancos y contraluces, aún en su agosto de resol y siesta con
botijo, como una Isabel Preysler pregonera de pueblo. Aunque yo me acordé más
de Sara Montiel cuando le ponían filtro de gasa en la cámara. Algo de eso tenía
ese posado para Canal Sur, entre lo institucional y lo quirúrgico. Sí, por fin
apareció Susana Díaz, engullida por el veraneo, raptada por el fantasma de
Griñán como por un heladero, muy callada mientras hacía su castillito de
renovaciones y conchas. Y habló de Gibraltar. Supuestamente, porque usó otra de
sus frases intercambiables, de sus galletitas de la suerte, y lo mismo podría haber
hablado de Casillas. Que no les despiste su silencio sobre ese conflicto de
banderas, hormigón y oro pirata, porque la Junta, como es su costumbre, lo que
ha hecho es “hablar poco y actuar mucho”. Tiene gracia. Hablar poco y actuar
mucho. Como un mimo. Como un clown. Maravillosa descripción de la Junta la que
le salió por casualidad al meter la mano en el bombo de los eslóganes. Hablar
poco, o más bien sin sustancia, y actuar mucho, o sea, representar, fingir. Por
cierto, lo de “actuar” en lo de Gibraltar significaba llamar por teléfono. La
verdad es que lo de actuar no es lo suyo. Susana Díaz no interpreta bien. Sin
naturalidad, con soniquete, curil, mala como una buena de culebrón. Pero qué
aparición de verano, que sirena agosteña, qué vendedora de horchatas verbales. Por
cierto, el posado de Susana Díaz, bien dosificado, fue aprovechado otro día por
Canal Sur, que así llenaba gradualmente la actualidad con su presencia. El
miércoles, la volvieron a sacar diciendo nada menos que “los ciudadanos están
hastiados de tanta corrupción y ante eso hay que actuar”. Sigue siendo
increíble como política y como actriz. Como humorista, eso sí, sigue la más
castiza y meona tradición andaluza.
En
blanco. El blanco, qué tiene el blanco. Susana
Díaz vuelve el lunes y Griñán, el domingo, y los dos van de blanco, el color de
la pureza y de las fiestas de pijihorteras descalzos. Blanco llameante, blanco
perdón, blanco detergente, quizá porque Griñán se va para no “manchar” la
institución, para que “ningún escándalo salpique Andalucía”, y por eso aparece
como un ángel recién lavado o como un cocinero muy pulcro. “El desgaste
político por los ERE” ha influido en su decisión, reconoció como iluminado por
su propia chaqueta. Pues para eso no hacía falta entrevista ni vestirse de
guapo de Corrupción en Miami. “Tenía
que elegir entre el daño que se le puede hacer a Pepe Griñán y el daño que se
le puede hacer a Andalucía y a la Junta de Andalucía, y he escogido no dañar
nunca a Andalucía y la Junta”, extraía Canal Sur de manera convenientemente
heroica. La verdad es que con la dimisión de Griñán ocurre como con la
separación de Camela: el daño ya está
hecho. Susana de blanco, casándose con sus burbujas; Griñán de blanco, como
haciendo panameña con su marcha la corrupción andaluza; una entrevista en la
prensa también tirando a blanca (mi querida Lalia González de Santiago le
preguntó, como José Luis Perales, “a qué va a dedicar el tiempo libre”)… Y en
Andalucía, mientras, legislaturas, mentes y ojos en blanco.
Experta
opinión. Canal Sur afilando la inteligencia de sus
espectadores: “Técnicamente, los expertos en estas cuestiones hablan de
teleplastias”, nos ilustraba Francisco J. Oliver sobre las caras de Bélmez (¡en
el informativo!). Sí, fue capaz de decir “técnicamente” y “expertos” en una
frase sobre fantasmas. Fantasmas que pintan con salpicones y pringue churrera. Tras
la experta opinión, nos pasearon por el increíble y ufano Centro de
Interpretación de esta chorrada, como un museo del tren de la bruja. “Un
fenómeno que nadie ha atinado a explicar”, remataban. Pues es fácil: hay expertos
en timos y hay expertos en hacer de la tontería orgullo y patrimonio.
Calor
y gañoteo. Este agosto en Canal Sur, he visto más
a Al Bano que los gañoteos de la UGT. Sólo una noticia el día 20, creo. Hace
mucho calor para hablar de tanta comida.
1 comentario:
A Europa le han hecho el timo de la estampita con la financiación el Centro de Interpretación de "los" caras de Bélmez, un templo para la ignorancia.
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