Felipe González ya se ha disculpado o medio disculpado entre sornas, pero su presencia en campaña no trae pellejos y chirridos por sus adjetivos gruesos, sino por una Edad de Piedra de la política que él representa, y con la que parece que se refiere a otros enemigos y a otro tiempo, como si se metiera con Fraga o hasta con Gil Robles. En televisión, González suena como Jarcha, Rosa León o el acordeón de Chanquete. A mí me pareció más significativo que el insulto a Rajoy otra cosa que dijo en Málaga, y que sí sacaron en Canal Sur: “Llevamos 25 años en Andalucía, sí, hombre; y la derecha 250 años olvidando a Andalucía, así que entre 250 años y 25 todavía queda tramo por recorrer”. Que hoy en día la izquierda pretenda enfrentarse a la derecha como si estuvieran en los Estados Generales es un anacronismo que le descalifica más que las bravuconadas de taberna que puedan salirle con el mal vino o el ácido úrico. Pero no es sólo Felipe González. Hay que hacer notar que, al fin y al cabo, es su misma generación de socialismo la que sigue establecida en Andalucía, que Chaves no es ningún meritorio que haya llegado ahora, sino un compañero de aquellas legiones que vivieron desde aquel Suresnes a los cafelitos de Juan Guerra y otros movidones incluso más feos. Felipe González nos parece antiguo como un templario, pero no nos damos cuenta de que ese mismo socialismo antañón, que aún parece enfrentarse a una derecha fernandina, es el que sigue aquí con su edad de árbol y sus trabucos y sus batallitas y sus mecedoras. Felipe González como con tricornio socialista, o Alfonso Guerra, que aún sirve para hacer gracias (eso sí, antológico, hay que reconocerlo, su comentario de la “niña con bonobús” y con abuelo jubilado de Endesa), ellos son el pasado, hablan por sus gramófonos, remiten al cine mudo. Pero lo grave es que todo el socialismo andaluz tiene su misma edad. No es que tengamos viejos rockeros, sino museos de cera, momias monumentales, muertos del Titanic gobernando. González puede tener derecho al chocheo, pero, ¿y Chaves?
2 de marzo de 2008
Somos Zapping 02/03/2008 (Especial campaña)
Los viejos rockeros. A los viejos rockeros, que van como en la moto o en el cadillac de su nostalgia, se les va acumulando la edad en los tatuajes, en las venas y en las guitarras que parecen su gato jubilado. Aun así, les queda la calavera intacta, la piel de cuero y los ojos cicatrizados por las noches y las malas mujeres, que suelen ser las mejores. La política también tiene sus épocas como la música, generaciones que se distinguen por el pelo o el patillaje. Pero yo no diría que Felipe González es un viejo rockero, sino más bien un Gardel con aquella rosa que traía en la boca ya putrefacta. El rock no muere, pero hay una política como un baile agarrado, un foxtrot o ese ambiente que hubo una vez en los cabarés, que está definitivamente pasada de moda. Felipe González es eso, un político ya de entreguerras, una cabeza prusiana, un piloto de biplano, una vieja metralleta de fortín. En Málaga, recurrió al insulto camuflado, que por cierto no salió en Canal Sur, pero no traía la España gongorina-quevedesca, sino el garrotazo que pintó Goya eternizando a este país. Sin embargo, no le adjudiquemos a González la paternidad de la mala baba en esta campaña, estas elecciones a las que hasta la abreviatura de 9-M parece poner munición, calibre de pistola. El PP también lleva haciendo una legislatura de insultos y lo que se le ha dicho a Zapatero en el mismo Congreso ha ido bastante más allá de lo de “imbécil”.
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