La primavera ha puesto el hule de flores
como una madre y ya la Junta, con sus agentes sociales y económicos, especie de
autobús de excursionistas de la autonomía, ha montado el picnic, el té de
muñecas o el mus de mediodía de su pacto. Es que son una peña. Ni gobiernan ni
dirigen ni inspiran, sólo organizan convivencias alrededor de la olla, cuelgan
farolillos sobre sus jamoneras, contratan a poetastros o coros de amas de casa y
se otorgan unos a otros diplomas al mejor tortillón. De este Acuerdo por el
Progreso Económico y Social tenemos el acuerdo, pero me temo que las demás
mayúsculas tardarán bastante. Sobre todo porque los que deberían gobernar sólo
piensan en barbacoas como ésta, y los otros vienen a mojar pan. Ninguno de
estos pactos ha servido nunca para nada, salvo para que el dinero público
acabara en un calcetín recóndito, inesperado o no.
Mientras esta
gente corre por sus praderas y pacta igual que los hippies con el zodiaco, para
arreglar el mundo con fumadas y retozos, vienen los jueces y la policía, nos
arrancan las flores del pelo y nos enseñan qué es nuestra autonomía en
realidad: un gran un montaje para vivir de lo público, un enorme comedero en el
que hocican los hijos del Partido y sus chulos. Los ERE, las ayudas a voleo,
las mordidas de Mercasevilla, los papeles inventados de Invercaria, el saqueo del
Plan Bahía… Laura Gómiz, Javier Guerrero, Juan Lanzas, Mellet, Ponce…: ésos son
los que se han encargado de dejarnos bien clarito cómo funcionan las cosas aquí.
Recuerden: “la Junta colabora con quien colabora”. Eso es lo que tenemos. Eso y
la miseria de la que no han sabido librarnos en treinta años ni con todo el
dinero numeroso y vikingo de Europa, que se han comido ellos también a estilo
vikingo, como un venado ensartado por su tribu. Así es la realidad, mientras aparecen
uniendo las manos por los pobres, salvándonos de la derechona y retratándose
como héroes de Andalucía. Ya han visto a Susana Díaz, incluida en el Museo de
la Autonomía entre los ilustres de nuestra historia, al lado de Juan Ramón o
Picasso, como si nos encontráramos allí a la gallina Caponata.
Ahora
el sol crece como una espiga y las muchachas nos tapan las flores salvo en sus
pechos. También nuestros gobernantes salen a la primavera con sombrillas y
corros, a pactar y cantar con las ardillas, como princesitas necias de cuento.
Pero las ardillas no hablan y los cuentos son para niños. Pactos de jugar a las
casitas, sopas de pobre a los pobres; trinos, propaganda y escondites bajo ese
sol que se asoma entre nubes como un limón en su árbol. Y mientras, a los
juzgados llegan las bolsas de basura de su juerga. La primavera estrella pájaros
contra los ojos de las chicas y llegan fiestas de descalzos. Descalzos por
pobres, por inconscientes o por confiados. La gran comilona continúa al aire
libre. Y hay convidados devorados o alimentados por las margaritas y las ratas.
2 comentarios:
Contra la cochambrosa norma del político rompiendo la acofensionalidad del Estado,deberías establecer una asignatura obligatoria consistente en leer los post de Luis M.Fuentes.Qué menos
Extraordinariamente lúcido, como siempre. Si conocieran la vergüenza y mirando hacia atrás vieran en qué se ha ido gran parte del maná europeo sentirían el bochorno del padre de familia que se ha gastado en la taberna invitando a los amigos el jornal que debía llevar a casa.
Pero claro, ¿qué se puede esperar de unos tipos que ponen a Susana Díaz junto a Picasso y Juan Ramón? Debería ser delictivo por ofensivo contra la inteligencia.
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