Entre el merengue de la comunión, los bordados de la nada coronada y la mesa puesta para las provincias del PSOE en este nuevo Gobierno de repartición, apareció Alaya y en San Telmo se atragantaron con rabos de cereza. Esta manía de Alaya de colarse sin estar invitada, sin haber regalado un libro de nácar ni un monedero en la puesta de largo del Nuevo Tiempo… El PSOE le había pedido celeridad, había criticado mucho esas “imputaciones selectivas” que dejaban fuera a los aforados… Pero claro, tampoco había que estropearles su paripé, su cambio de mantel. Si el PSOE protesta ahora, es porque Alaya les ha fastidiado el último vals de la noche de bodas. No tendría sentido que se quejaran de que la jueza haya hecho precisamente lo que pedían. ¿O sí?
Susana Díaz, con el cuadro velazqueño de sus consejeros detrás, hablaba de “un gobierno sensible, que escuche, transparente”, y fue como si le empezasen a caer horquillas del precioso moño de estos días. Su transparencia se convirtió en invisibilidad. Sus palabras, en musiquilla de ascensor. La gente dejó de escucharla para tuitear y retuitear la bomba. “Vaya caritas”, decían en Twitter de los socialistas presentes en la fiesta aguada. A Susana Díaz se la llevaron luego en volandas para informarla. Chaves despareció. En TW, nadie del PSOE decía nada. Al primero que vi reaccionar fue a Enrique Linde. “Leído el auto de la jueza Alaya, no es ni siquiera propuesta de imputación sino trasladar a los citados la existencia del procedimiento”. Sí, la jueza avisa de que va a solicitar su imputación y les da la oportunidad de personarse para alegar lo que estimen oportuno. Para el PSOE, esto significa que no pasa nada: el auto es una no imputación de quien no puede imputar aunque a veces se equivoque no imputando, o sea. “¡Que no puede abrir ese proceso de imputación!”, insistía Amparo Rubiales. Cómo se notaban las ganas de algunos de luchar implacablemente contra la corrupción. Sí, no pasaba nada. Y tan leve era esa nada que en San Telmo estaban blancos. Y pronto llegó la hora de atizarle a la jueza.
Parecía que los informativos de Canal Sur habían tenido que cambiar de vajilla más que de primera noticia, pero el titular fue acertado: “La jueza Alaya abre el procedimiento para una posible imputación por el caso de los ERE a los ex presidentes de la Junta…”. Claro que luego llegó Bárbara Ruiz, la especialista de Canal Sur en los borrones de la jueza, para decir que el auto era “cuanto menos peculiar” y que “incluso incurre en algunas contradicciones”. Según, eso sí, “las fuentes consultadas” (uno se imagina a Pérez Royo siendo esas fuentes con todos sus chorritos). La noticia en Canal Sur siempre tiene que ser una grapa del auto. El hecho capital de que dos ex presidentes y cinco ex consejeros más puedan ser imputados, de que un juez vea sólidos y graves indicios de delito contra ellos, les parece una riña de gorrillas al lado de la gramática, las motivaciones, el almanaque y el uso del typex de Alaya, agente del PP.
Se puede pensar que el auto es innecesario, que bastaría remitir el suplicatorio al tribunal competente y se ahorrarían disgustos intermedios. Pero que Alaya haya decidido este método por garantismo, cautela o intención de dejar mejor atada la instrucción, es irrelevante ante el hecho cierto y cercano de la petición de imputación. A Emilio de Llera, que salió en el informativo nervioso de ojos y horripilado de cejas, le parecía otra cosa: “¿Pero es verdad que lo ha sacado hoy? –preguntaba a los periodistas-. Increíble. Me parece increíble”. Ha sido tan increíble, tan imprevisible esto de Alaya, que a Griñán ni le ha dado tiempo a quitarse de en medio... Ah, no, que sí... En fin. Por su parte, Valderas decía que “cada institución, a lo suyo”. Es que él ya ha pasado página con esto del Nuevo Tiempo. Sus ternezas con Griñán, la defensa que ha hecho del ex presidente negando los argumentos de la jueza, no importan. En realidad, nada importa, salvo que alguien se sentó en el pastel.
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