No
sé si cada vez que la presidenta Díaz comparezca en el Parlamento vendrá de una
sacristía. Primero, se casa con ella misma en su toma de posesión, y luego, se
casa con la declaración de la renta de su marido. Pero con esas aureolas de
santidad de corcho puede hacer del hisopazo de Griñán un triunfo de la Democracia,
y de enseñar un prospecto la prueba de su furia contra la corrupción. Como se
sabe, la declaración de la renta es demostración incontestable de limpieza y honradez.
El PSOE podría pedírsela a Bárcenas, y ya se quedarían tranquilos. Es más: presentando
la declaración no sólo se vuelven imposibles tus chanchullos o negruras
particulares, sino los de tu gobierno y tu partido. Cómo va a estar imputado
todo el consejo de Invercaria, si los diputados socialistas presentan su
declaración de Hacienda… Sí, de este nivel es la tontería.
Con semejantes
armas venía Susana Díaz para estrenarse en una sesión de control. Y con su
discurso de investidura. No se va ni a molestar en repetir promesas: le bastará
con la referencia a sus promesas ya encuadernadas. Así lo hizo cuando Zoido le
preguntó por los mecanismos para evitar nuevos casos de corrupción. Como si
ella no se hubiera expiado y expurgado suficientemente en aquel discurso de
pureza y transmutación. Y encima, desnuda matrimonialmente su IRPF y a Zoido le
parece “teatro”. “No me van a superar en la lucha contra la corrupción”,
insistió la presidenta, pero Zoido le reprochó no haber tomado aún medidas
concretas en el último consejo de Gobierno y quiso saber si mantenía las
conclusiones de su grupo en la Comisión ERE. Díaz no le salió por peteneras,
sino por rumbas. Dijo que llevaba de presidenta “19 días pero no 500 noches”,
como la canción de Sabina. Ah, la corrupción tarda más en curarse que el amor. Y
con menos ganas. “Su grupo está obsesionado con los ERE”, volvió a decir con
voz de Griñán, e invitó a Zoido a preocuparse por los pensionistas o los
enfermos de cáncer. Derechona, pobrecitos, obsesiones, la paja y la viga… Estos
nuevos tiempos se parecen demasiado a los pasados.
No necesitó
Díaz más munición ante Zoido, porque, frente a viejas argucias y nuevos
retruécanos, el líder del PP estuvo torpe, balbuceante, como sin las gafas.
Pero la imagen de gran estadista de Díaz ya había quedado clara antes, con
autopreguntas de IU y el PSOE sobre financiación autonómica y modelo
territorial (parecía Carme Chacón arreglando España). O con su grandioso estreno,
al contestar a Castro Román así: “Comparto con usted de que...”. Olé. Como el
que se merece De Llera, que llegó a afirmar que “respeta las decisiones de la
justicia”, sin que tuviéramos noticia de ninguna emergencia urinaria tras esas
palabras. Y otro olé del Nuevo Tiempo para Manuel Jiménez, consejero de
Presidencia: le recordaron que el fondo de reptiles le tocaba a través de una
subvención pósit para una feria en Chiclana, y contestó que él “hizo una
petición, recibió los fondos y los ejecutó”. Pedid y se os concederá. Si sois
del PSOE, claro. Y en cuanto a Sánchez Maldonado, consejero de Economía, va
como de abuelete tierno, no sé si para que dé reparo atizarle con sus enclenques
números o justificaciones. Al ritmo de su andador parece que van las ganas por
investigar las facturas de UGT. El asunto ya está en los juzgados, pero él
explicaba que aún andan mirando si hay algo que mirar…
Era el día
del combate entre transparencias de unos y otros, como un concurso de camisetas
mojadas, por eso, la proposición no de ley del PP al respecto fue rechazada. El
PSOE es “más ambicioso” y prepara su propia y definitiva ley. Para Ignacio
García, de IU, el PP “llega tarde” y “no entra en el fondo, que es la
financiación de los partidos”. Yo diría que el fondo es la fiesta a costa del
dinero público, pero eso no se ve igual cuando uno está invitado. “Busquen el
dinero para asar una vaca” y “dejen el teatro de las declaraciones [de la
renta]”, terminó diciendo Carlos Rojas, del PP. Difícil encontrar ahora esas
cosas. Con tanta transparencia no se ve nada.
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