
Vigorra. Entre los invitados que trajo el otro día Joaquín Petit a ese programa suyo que es como una buhardilla repleta de sus ridiculeces y sus gatos, creí que el que me daría más juego sería Tom Martín Benítez. Pero Tom habló de sus despertares, de sus musas y de ese sacerdocio suyo más misionero que locutor, y me aburrió. Sin embargo, después llegó Jesús Vigorra. Desde el viernes, a Jesús Vigorra le tengo que agradecer otra cosa además de su programa, uno de los pocos de Canal Sur con calidad e interés y de verdadero servicio público. Sí, le tengo que agradecer la cara estupefacta, descolocada y acojonada que le hizo poner a Petit durante unos impresionantes y maravillosos tres segundos. Como dijo una vez Carlos Herrera, uno tiene que saber para quién trabaja. Vigorra lo sabe y no se suicidó cuando le preguntaron sobre la cultura y la televisión pública, pero tuvo la valentía y la dignidad de soltar varias verdades tan morrocotudas como inconvenientes. Hablando sobre lo que hacen los poderes públicos por la cultura, intentó ser diplomático, pero dejó las primeras bombas: “La intención es muy buena, en la Consejería de Cultura, en la educación... ¿Pero cómo lo hacemos? En el ranking de lectura siempre salimos los últimos (...). La cultura tiene que empezar en la educación, en la escuela, y ahí no se puede ahorrar dinero. Y no se corresponde lo de Barenboim con los conservatorios, esa distancia tan grande entre cómo están algunos conservatorios y luego que tengamos aquí a la mejor orquesta de Europa...”. Creí verdaderamente haber oído el sonido de un hacha cayendo. Pero quedaba lo mejor. Vigorra respiró con fuerza y algo olió de nuevo a cuchillo: “La televisión pública tiene la obligación, y nosotros los ciudadanos la exigencia, de que nos enseñen otros mundos, que nos ayuden a descubrir otras cosas, cultivar el espíritu crítico, la libertad de pensamiento de la gente... Lo que pasa es que tener a un pueblo despierto, pues a lo mejor no interesa tanto...”. Y fue cuando, ante ese perfecto retrato / antirretrato de lo que es y no es Canal Sur, de lo que hace con él el poder, y que los dos entendieron sin duda como tal, la cámara enfocó la mudez pasmada de Petit, congelado en una sonrisa apretada que parecía un atragantamiento. Tres maravillosos segundos tras los que sólo acertó a decir, bobamente, “interesante reflexión”, para luego soltar una risa incómoda. Ole. Con dos cojones, Vigorra.
1 comentario:
el vídeo está integro aquí: http://www.radiotelevisionandalucia.es/tvcarta/impe/web/contenido?id=3285
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