
El Ayuntamiento de Sevilla, arrebatado de puritanismo, ha declarado la guerra a la prostitución con una campaña que consiste en señalar la vergüenza de los puteros por las calles, como si fueran negreros. Es la vieja superstición de siempre, la del sexo. Entre todas las desgracias y sufrimientos humanos, aún se mantiene esa superstición del sexo como nido de serpientes que nos pudre los bajos y nos hunde el alma como nada. El origen del sexo como pecado quizá está simplemente en la propiedad, en la transmisión del nombre, la herencia o la pertenencia a un clan a través de la descendencia, de ahí que la actividad sexual tuviera que legitimarse por la comunidad o los dioses. Esto lo han usado luego las religiones para administrar el negocio de la culpa y el perdón, pues el sexo es una tentación en la que todos caemos. Sorprende ver en nuestros gobernantes progres esa mentalidad de algún modo tan cristiana de asociar el sexo con la “humillación”, la “vejación” o la “violencia”. No sé por qué se ha de considerar humillante esa gimnasia del cuerpo, gratis o pagada, a menos que se esté contaminado por esa idea de pecado o pureza, que también es muy machista, pues nadie explica por qué la mujer es la humillada y el hombre el triunfador, y no al revés. Se puede decir que lo que humilla es cobrar, sea hombre o mujer el que lo haga, pero entonces también los taxistas estarían humillados. No, nada de esto tiene sentido a menos que se siga considerando el sexo como sucio y pecaminoso, o al contrario, sagrado, y por ello una actividad que no puede convertirse en laboral como quien vende pipas o saca muelas. Pura superstición. Si un pizzero está explotado en su trabajo, lo inmoral es estar explotado, no ser pizzero. Si los que tocan el acordeón por las plazas son rehenes de las mafias, lo inmoral es su esclavitud, no tocar el acordeón. A ver si vamos a ir señalando con carteles a los que dejan una moneda en el sombrero de los titiriteros. Pero así están las cosas, así puede esta vieja superstición hasta con los más progres. Pienso que la prostitución debería estar regulada como una actividad más, y ser ejercida por el que así libremente lo haya decidido, al menos con la misma libertad que tiene cualquiera para elegir su trabajo. Lo demás es superstición y paternalismo puritano. Sí, yo he visto a hombres salvados por las putas, y ellos no eran negreros ni ellas prisioneras, aunque esto lamentablemente no sea siempre así. Pero a veces, como cantaba Sabina, “el alma necesita un cuerpo que acariciar”, y esto no debería merecer carteles escupiéndote.
2 comentarios:
Lo que el ayuntamiento sevillano quiere es quitar a las putas baratas, las otras, las que ya no son putas, las que su cotización pasa de los 300 ?¿ o me quedo corto, esas que ellos y ellas, si utilizan, esas que son acompañantes, esas no aparecerán como objetivo de los cínicos e impresentables ( donde se lee cínico, lease también, cínica y donde se entienda putero, entiéndase putera. Así todo es más sencillo. Los necesitados son los pobres, ellos y ellas sólo invierten en la economía local. PALETOS.
La entrada , SOBERBIA.
Soy un "fan" tuyo, hasta el punto de empezar el periodico por tu columna.
Un saludo de admiración, muchos ánimos, hacen falta gente que sepan ver por encima de toda esta mugre.
Eusebio León.
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